martes, 11 de noviembre de 2008


Rodolfo Solmoirago
Presidente de la CIAD
A un concurso de la Confederación Interamericana de Danza (CIAD), no se debe ir con la idea de competir el uno contra el otro, hay que asistir con el deseo de aprender y de crecer en la Danza, teniendo siempre en cuenta que esta, es compartir, desprender de lo más íntimo lo mejor y entregarse al otro, sin límites, sin preconceptos y sobre todo sin maldad, limpio de cualquier bajeza humana, ya que pretendemos ser seres humanos mejores, en la vida como en la danza.
No es una competencia, es una evaluación para apreciar el nivel en que nos encontramos, y con la orientación de los jueces, mejorar. La calificación que redunda en un premio simbólico, no debe ser la meta a perseguir.
No se evaluará por puntos exactos, ya que el arte no es ciencia, es un conjunto de elementos en equilibrio el uno con el otro y que en perfecta armonía crea el hecho artístico. Esto quiere decir, que porque algún elemento aislado, como un detalle técnico que no complete el padrón internacional, sea taxativo para su descalificación, en la educación por la danza, el arte deberá prevalecer sobre todas las cosas.
Ni un punto que confirme el "hecho artístico" ni el otro, cada uno tiene su valor por separado, pero en conjunto ellos se equilibran y conviven, creciendo y transformándose, en la mayoría de las veces uno suple la falencia del otro, siempre y cuando el "Maestro" o "Creador" sepa acomodar su pieza esencial que da eje al movimiento principal de su obra o el propio artista con su instinto y percepción .
El Jurado deberá saber captar, con una misma base que de estructura a su criterio, a quién va dirigida la obra, quien lo recibe, el cual lo hace de diferentes maneras, de acuerdo a su sensibilidad, cultura general y erudición o simplemente el grado de comunicación del momento que se ha generado entre el artista y el observador.
En un concurso, donde se confrontan con obras artísticas, no debe atarse a reglas ni conceptos, ni puntos especiales de evaluación, si tenerlas en cuenta, en especial en obras de repertorio o folklóricas, alcanzando la sensibilidad suficiente para consustanciarse con "el todo" del artista, es deber del juez, para que lo más importante del arte, su esencia verdadera, cuerpo y espíritu se conjuguen en la interpretación.
Ahora bien, tratándose de concursos de niños y jóvenes en formación, las pautas que ubican al evaluado en un contexto, ellas quedan totalmente desarticuladas frente al género artístico, cuando estos consiguen penetrar en el observador de manera total e invisible, cuyas normas y reglas desaparecen, resultando en "la magia", que (humana, conjunción), se completa de forma plena y colectiva.
Muchos artistas consagrados como estrellas, han sido discriminados en las escuelas y ballets importantes, por detalles que en otros han sido obviados.
Al ser concursos educativos y no competitivos, si hay premios compartidos, o sea, si hay dos niños con nota igual comparten el premio. Y también si hay un solo participante en un teatro totalmente vacío, no implica que este lleve el primer lugar, ya que la evaluación es por calificación, y el resultado dependerá de la misma.
Tampoco se otorgan premios en dinero, ya que eso estimula la competitividad, el odio y el rencor, hacia lo material de la propuesta. Los niños siempre deben tener en su visión de concursar, el anhelo de siempre mejorar, y nunca el estímulo debe ser un premio material, donde el tamaño del trofeo, la medalla y mucho menos el dinero sean su objetivo.
La Confederación, sabe quienes son los talentos, a quienes debe estimular y proyectarlos en su vida profesional, y estará presente, cuando lo necesiten.
Siempre he reiterado que los concursos nacionales e internacionales
no son el objetivo prioritario de la CIAD, son los elementos más
importantes de convocatoria y unidad, se que a partir del intercambio
que en ellos se inicia, surgen redes de trabajo y proyectos en
conjunto, creándose una gigantesca cadena que eleva el nivel
de la profesión
Cuando la Asociación Latinoamericana de Danza (ALAD) -con personería en Brasil- se transformó en Confederación, cada uno de nuestros organizadores de concursos se comprometió a fundar una asociación regional y destinar el 10 % de los recursos producidos en los eventos para su mantenimiento inicial. Se trataba de manejar los certámenes de manera empresarial, lo llamamos autogestión, principalmente en países donde no hay ningún un tipo de apoyo.
Nosotros, la CIAD, fundamos todas las asociaciones profesionales de Argentina, y se mantienen en parte con los concursos, por ejemplo la de Mendoza, en la que son su principal fuente de ingresos.
Los certámenes sirven para congregar, superarse, aprender y unir a la gente de la danza, y a partir de esa unidad, fundar asociaciones y generar todo un movimiento paralelo en su entorno, de lo contrario son simplemente una ”cascaron“ vacío.
Las asociaciones fueron creadas, para, entre otras cosas, trabajar mancomunadamente con la CIAD y cumplir con los propósitos para lo cual fue establecida.
Nuestro movimiento nació de abajo, movilizando a los injusticiados, discriminados y a los que no tenían lugar, que son los más; especialmente con la gente joven a la que no dieron ni dan oportunidades, son las que impulsamos para que trabajen generando recursos para destinar al desarrollo de la danza. Casi todos nuestros lideres de hoy, se integraron al movimiento antes de los treinta años, yo mismo lo inicié a los 26. Por supuesto esto no significa estar cerrado a otras edades, al contrario, un ser humano que comparte, es un espíritu abierto. Nuestros estatutos dan priorizan el respeto a toda las ideologías políticas, credos religiosos, nacionalidades, preferencias sexuales o etnias.
En el amplio espectro que significa la Red de la CIAD (la mayor cultural de América), donde casi todas las regiones están cubiertas, habrá ciudades con realidades significativamente diferentes, y donde los eventos que allí se realicen, mostraran indefectiblemente esa realidad, cuya identidad debemos respetar. No es lo mismo hacerlo en una capital, en el marco de un teatro de opera italiana, a una apartada y pequeña población, que no tiene teatro y lo hace en un Coliseo (gimnasio deportivo) o una escuela. O bien hay ciudades turísticas donde su gobierno apoya cualquier actividad que convoque gente (flujo turístico) o adonde no hay ni un tipo de apoyo. Pero el espíritu debe ser el mismo, y créanme a veces, la ”Fiesta de la Danza“ se da en estos últimos lugares, donde la ”danza esencia“ está muy ligada a la danza escénica profesionalisante, que a mi entender, nunca se debió perder.
Ya no apoyaremos a concursos que trabajan para sí, donde existan premios en dinero, y hasta para al profesor que mas alumnos presente, donde notoriamente se persiga el lucro. Estos se irán abriendo poco a poco, y de hecho algunos de ellos ya no figuran en nuestro circuito.

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